jueves, 4 de julio de 2013

Las bibliotecas públicas prestarán libros electrónicos a partir de 2014 (Leído en el diario El País digital)

Libros electrónicos en las bibliotecas públicas a partir de 2014

El proyecto incluye 1500 títulos en español, en su primera fase, distribuidos en ocho categorías

El objetivo es fomentar la lectura digital legal en colaboración con la Federación de Gremios de Editores de España


Lectora de libro electrónico. / julián rojas












 





















Las más de 5000 bibliotecas públicas españolas empezarán a prestar libros electrónicos a partir de 2014. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte comprará, en principio, 1.500 títulos con un total de 200.000 licencias, o ejemplares, por un valor de 2.064.000 euros. Eso sí, este primer catálogo incluye solo obras escritas en español o traducidas. “La idea es crear un fondo común, un núcleo básico, que luego se irá ampliando, pero cuyo objetivo es trabajar en red con todo el sistema de bibliotecas municipales y de las comunidades para fomentar la lectura de libros digitales de manera legal”, explica Alejandro Carrión, jefe de Área de Planificación de Bibliotecas del Ministerio. Actualmente, el 68%de los españoles que dicen leer e-books lo hacen a través de descarlas ilegales.
¿Y si uno de los doce millones de usuarios de las bibliotecas solicita un libro en una de las lenguas cooficiales del estado español que no tiene su biblioteca? En ese caso, según Carrión, la biblioteca respectiva haría la solicitud a la biblioteca de la comunidad donde estaría ese libro en su lengua original. En el caso de solicitudes de libros en lenguas como el gallego, el euskera o el catalán, estas irán al Consejo de Cooperación Bibliotecaria donde se resolverá la petición. Además, aclaran fuentes del Ministerio, las diferentes bibliotecas podrán enriquecer su propio catálogo con los títulos que consideren necesarios. La idea es promover el préstamo interbibliotecario y activar esa red en el sistema de obras digitales. Esta es la teoría, porque el proyecto está en su etapa de convocatoria tanto para libros y plataforma. El plazo termina el 8 de julio.
Los mil quinientos títulos de la primera fase están basados en las preferencias de los lectores españoles, según la encuesta de Hábitos de Lectura de la FGEE. Una lista que en sus primeras posiciones incluye, especialmente, best sellers. El catálogo general cuenta con ocho apartados: 1- Ficción para adultos. 2- Ciencia y tecnología. 3- Ciencias sociales y Humanidades. 4- Salud, desarrollo personal, ocio, informática. 5- Idiomas. 6- Ficción infantil y juvenil. 7- No ficción infantil y juvenil. 8- Audiolibros. La lista de esta primera fase no está cerrada aún.
A Javier Cortés, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, que está trabajando en el proyecto con el Ministerio de Cultura, la idea le parece bien "siempre y cuando en ese circuito se respete la parte autoral y de derechos que se tienen que pagar. No es una cuestión de los editores españoles. La Unión Europea ha pedido con una directiva que se reconozcan los derechos autorales de los libros que se leen en las bibliotecas, exactamente igual con los ebooks”. Esperan que se creen los cauces adecuados. Eso depende, recuerda Cortés, más de las propias infraestructuras de las que se doten las bibliotecas, de los aparatos y del contacto con las librerías virtuales y contando la gente que lea y pagando sus correspondientes derechos.
La distribución de los títulos de los libros y el número de licencias o ejemplares digitales dependerá de las propias solicitudes de las bibliotecas y del número de usuarios de cada una de ellas. Una vez asignadas las obras el usuario-lector se inscribirá en el sistema de acceso creado para específicamente para obtener su carnet. Será como acceder a una web donde se ofrecen los libros, se especifica los que están disponibles, hace la solicitud y los descarga en su soporte electrónico, desde el ordenador hasta una tableta o Smartphone, y puede ser por descarga o streaming. La política del tiempo de préstamo está por decidir pero será similar a la de libros convencionales, dos o tres semanas, y una vez cumplido el plazo el sistema se desactivará.
Todo lo relacionado con las tecnologías emergentes ha aumentado en España vertiginosamente: el 58% de los españoles lee en formato digital, diez puntos más que hace dos años. Pero solo el 32% reconoce pagar por las descargas, mientras que hace un año esa cifra era del 36,9%. Lo que significa que el 68% baja o descarga gratuitamente los libros.
Con información de Flor Gragera de León

sábado, 13 de abril de 2013

El libro digital (Leído en el diario El País)

EL FUTURO DEL LIBRO

Libro digital, ese oscuro objeto del deseo

Los editores europeos cruzan en Madrid estrategias en torno al comercio del libro digital


Un libro electrónico y otro en papel, en una librería de Madrid. / LUIS SEVILLANO



Lo virtual está aquí. Pero lo físico no se ha ido. Para dominar ambos malabares se requieren imaginación y osadía, sin descuidar la sensatez, prueba y error. En eso andan las editoriales. Cada una explorando caminos. En el Encuentro de Editores Europeos que se celebra estos días en la Casa del Lector, en Madrid, se evidenciaron ayer distintas estrategias (y también sensibilidades) para afrontar todos los cambios que implica la irrupción de lo digital. Del desconcierto a la apertura de miras, las respuestas tienen toda la graduación posible, pero los editores son conscientes, como recordó en la primera sesión de debate Henryk Wozniakowski, presidente de ZNAK, la editorial más prestigiosa de Polonia, de que ya no volverán a ser el faro cultural que fueron en tiempos de Benjamin Franklin. Serán otra cosa.
Reino Unido, isla en más aspectos que el geográfico, es el mercado de vanguardia en Europa. Las ventas digitales del sector editorial alcanzaron el 12% el año pasado. Una cifra muy alejada de las registradas en Alemania, Francia, Italia o España, que oscilan entre el 1% y el 3%, según el informe de la Federación de Editores Europeos.
Ese carácter de avanzadilla también se evidenció en la exposición de Anna Rafferty, la directora de Desarrollo Digital del grupo británico Penguin, que arrancó con una ración de orgullo (“En Penguin ya ganamos dinero con los formatos digitales, son el 17% de las ventas globales”) y finalizó con una lección de optimismo (“Queremos participar en lo nuevo. Ya no somos una empresa que primero imprime y luego hace lo demás”).
¿Y que es lo demás? No solo libros en formato electrónico, que en eso están todas las empresas. Dado que los aparatos de lectura electrónica son solo uno más de los dispositivos posibles (y sus opciones limitadas), Penguin está desarrollando aplicaciones para tabletas y móviles que posibilitan lecturas interactivas. Uno de los ejemplos más recientes es el Diario de Anna Frank, que permite desplegar un plano virtual de la casa y el habitáculo donde permaneció escondida. “Lo digital permite nuevas formas de contar historias. En los libros para niños, por ejemplo, se pueden usar aplicaciones con la ventaja de ser interactivas, algo que no es posible en el libro electrónico”, comentó. Una experiencia similar ha desarrollado Santillana en España en aplicaciones para iPad como Objetivo Cupcake perfecto (libro de cocina) o Pupitre (ámbito escolar). “Va un poco por delante el tránsito digital en los ámbitos educativos y de no ficción”, indica Miguel Barrero, director de Negocios Digitales de Santillana.
En los nuevos senderos que tantea Penguin se incluyen también libros en audio, que se pueden cuartear por capítulos (en versión impresa las historias cortas de Roald Dahl son un todo inseparable), nuevos talentos encontrados en la autoedición —un filón para productos comerciales al estilo de las sombras de Grey— y una relación directa con los lectores, que prescinde de la intermediación de periodistas y libreros. Debe dar resultado porque cada día visitan la web de Penguin seis millones de usuarios. “Queremos participar en todo lo nuevo que surge y utilizarlo para nuestro beneficio”, señaló Rafferty.
En Francia la batalla ha estado en otro frente. El fiscal y el marco legal. Ha sido, junto a Luxemburgo, el único país de la Unión Europea que ha equiparado el IVA del libro electrónico al del impreso, un tabú para Bruselas, que ha denunciado a ambos países ante los tribunales al considerar que provoca “graves distorsiones de competencia” respecto a otros socios comunitarios. La aplicación del IVA superreducido (4%) al libro electrónico es una reiterada reivindicación del sector editorial español, apoyada desde la Secretaría de Estado de Cultura, como recordó ayer la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, Teresa Lizaranzu.
“Hemos establecido un entorno legal constructivo”, afirmó Eric Marbeau, director de Desarrollo Digital de Editions Gallimard. Además del IVA, que ha supuesto un abaratamiento de los formatos electrónicos, el Gobierno ha establecido por ley que la fijación del precio del libro electrónico corresponde a los editores, aunque gozan de flexibilidad para variarlo a conveniencia.
Las seis principales editoriales francesas también han creado una plataforma de distribución de comercio electrónico, en paralelo a las multinacionales del sector (Amazon, Google, Apple...). “No tenemos un canal de distribución oligopólico”, subrayó.
Monopolios y piratería son los aspectos derivados de las nuevas tecnologías que preocupan a Stefano Mauri, presidente del grupo italiano Mauri Spagnol. “Estas plataformas tienen un objetivo distinto: no es diseminar la cultura ni satisfacer a los consumidores, sino hacerse con la parte rentable del negocio, es legítimo, pero no les importa si destrozan el lado artesano del negocio”, lamentó.
En Italia, florece el mercado de tabletas. Del millón y medio que había en 2011 se calcula que se pasará a 11,6 millones en 2015. “Tenemos que hacer un esfuerzo para entender este nuevo mundo. La gente leía más libros en papel porque tenían menos alternativas de ocio, ahora competimos con películas, música, redes sociales”, planteó Mauri, que reivindicó el papel de los editores. “Muchos libros no estarían en la lista de best-sellers sin ellos”.
Santos Palazzi, director de Desarrollo Digital de Planeta, señaló que estos nuevos tiempos reclaman una voluntad “clientecéntrica”, donde el eje es el lector, cuyos hábitos y gustos pueden rastrearse en Internet. Y hay otros cambios: los derechos de autor deben ser internacionales (ya no hay barreras físicas) y la catalogación de los libros (metadatos) es crucial para la difusión. Ya no hay dilema entre lo impreso y lo virtual. Lo dijo bien claro la directora de Siruela, Ofelia Grande: “Están condenados a complementarse. Tenemos que ofrecer los dos formatos para que el lector elija. Esto no es una guerra”.

El libro, en Europa

El sector editorial europeo publicó 530.000 títulos en 2011. La cifra no ha dejado de crecer desde 2004, según datos de la Federación de Editores Europeos.
Los empleos sí han caído: se han perdido 10.000 entre 2004 y 2011. Ahora mismo trabajan en el sector 135.000 personas.
Las ventas digitales son pequeñas pero crecen a un gran ritmo, aunque su presencia no es homogénea. En 2012, en Reino Unido alcanzaron el 12%, mientras que Francia, Alemania, Italia y España oscilan entre el 1%.
En la Unión Europea, la fiscalidad (IVA) que se aplica al libro electrónico varía del 5,5% al 23%, desde que Francia y Luxemburgo decidieron ignorar la posición de la Comisión Europea y aplicar un tipo superreducido.